La industria petrolera o de extracción de crudo puede ser vital para la economía de un país; en especial cuando su economía no está completamente desarrollada (países en vías de desarrollo).
Actualmente los países productores (México, Venezuela, Arabia Saudita, etc.) reciben importantes remesas fiscales por la venta de crudo que alivia en gran parte los costos para su desarrollo y sustenta los créditos adquiridos en el extranjero (préstamos internacionales).
Si un país desarrollado es también importante productor de petróleo, la situación cambia. Por lo general como su economía es fuerte y no esta petrolizada, puede almacenar todo o gran parte del crudo que extrae creando reservas que podrá utilizar o vender más adelante (si tiene un precio alto); también puede transformar el crudo y convertirlo en diferentes productos o insumos para su industria, dándole un valor agregado, multiplicando las industrias y fuentes de empleo.
Por desgracia el petróleo no solo es un producto natural no renovable que cada vez escasea más y sube de precio; sino además es altamente contaminante cuando se derrama.
En el contexto internacional, el petróleo es un bien estratégico tan valioso que su comercialización o producción afecta los mercados financieros globales. Las grandes potencias de hoy en día (EUA, Gran Bretaña, Rusia, Francia, China, etc.), financian guerras por todo el mundo con el fin de asegurarse un abasto permanente de petróleo y destinan fuertes sumas a la operación de medios de guerra (buques, aviones y tropas) necesarios para asegurar las rutas petroleras.
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